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Juego de pelota en el Rebot de la Place de Sare, Basses-Pyrénées.
COLIN Gustave Henri (1828-1910)
Jóvenes pelotaris en Guéthary.
ANÓNIMO
Juego de pelota en el Rebot de la Place de Sare, Basses-Pyrénées.
© Foto RMN-Grand Palais - F. Vizzavona
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Título: Jóvenes pelotaris en Guéthary.
Autor: ANÓNIMO (-)
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Técnica y otras indicaciones: Serie: Touring Club de France
Lugar de almacenamiento: Sitio web de la biblioteca multimedia de arquitectura y patrimonio
Copyright de contacto: © Ministerio de Cultura - Médiathèque du Patrimoine, Dist. RMN-Grand Palais / Touring Club por Francesite web
Referencia de la imagen: 08-500111 / TCF11290
Jóvenes pelotaris en Guéthary.
© Ministerio de Cultura - Médiathèque du Patrimoine, Dist. RMN-Grand Palais / Touring Club de France
Fecha de publicación: agosto de 2009
Contexto histórico
La pelota vasca en los siglos XIX y XX siglos
Heredera de los tradicionales juegos de palma, la práctica de la pelota vasca se desarrolló, aclaró su funcionamiento y se organizó en la segunda parte del siglo XIX. Así, en casi todos los pueblos, el lugar central ("plaza") es también el terreno donde se juega. Las fiestas son momentos de sociabilidad, que marcan la vida de las comunidades.
Durante la Tercera República, esta verdadera institución de la pelota vasca se convirtió en tema de conflicto de influencia entre la Iglesia y el Estado, que pretendía supervisar y promover su práctica, organizando clubes y competiciones. En 1900, la pelota fue una de las disciplinas admitidas en los Juegos Olímpicos de París, lo que contribuyó a que fuera un poco conocida fuera del País Vasco.
Análisis de imagen
Escenas de la vida vasca
La primera foto, Juego de pelota rebot en la place de Sare, Basses-Pyrénées, es una pintura de Gustave Colin (1828-1910), realizada poco antes de 1908, año en que se exhibió en el Salón de la Sociedad Nacional de Bellas Artes. Como en muchas de sus obras, Colin presenta aquí un escenario característico de la vida vasca. En la "plaza" del pueblo de Sare se juega un juego de pelota rebot donde dos equipos se enfrentan entre sí para evitar que el otro atrape el balón o lo devuelva al límite del campo. Cada uno de los jugadores se ha vestido con el tradicional traje blanco con cinturón de tela, el "pilotari" (pelotari) y sostiene su chistera, una canasta de mimbre que se utiliza para recibir y devolver el balón. Defensores y atacantes se encuentran repartidos por un terreno de cien metros de largo, bien representado por la perspectiva. La plaza está delimitada en primer plano a la izquierda por una muralla sobre la que y frente a la cual se apiñan muchos espectadores, al fondo por edificios de arquitectura típica vasca, incluida la iglesia. Al fondo se elevan los Pirineos.
La segunda imagen, Jóvenes pelotaris en Guéthary, es una fotografía anónima de los años 30 que forma parte de la colección Touring Club de France (el club de equitación y pelota vasco más importante). En una pequeña plaza hay cinco jóvenes equipados para el juego: una chistera, una pequeña paleta (paletta) o un guante pequeño (joko garbi). Están frente al Ayuntamiento, una casa típica vasca, reconocible por su fachada en gran parte calada con su característico porche (lorio), su entramado de madera y su tejado a dos aguas de suave pendiente. Los anuncios pintados se exhiben en la pared del edificio contiguo.
Interpretación
La pelota, en el centro de la atención y la sociabilidad vasca
Las dos imágenes pueden considerarse como auténticas "postales" del País Vasco ya que, de un vistazo, el espectador sabe dónde se encuentra. Por tanto, podemos considerar que en ambos casos el autor quiso dar a conocer esta comarca a través del prisma deportivo y cultural de la pelota, que es uno de los signos más característicos del modo de vida vasco.
La pintura de Gustave Colin, como otras obras, es parte de esta corriente que vio desarrollarse temas regionales (y en ocasiones regionalistas) en la literatura y la pintura desde mediados del siglo XIX hasta la Primera Guerra Mundial. La parte de pelota aparece allí como un entrelazamiento de símbolos, escalas y temporalidades. Los Pirineos (el paisaje vasco: la vida de la naturaleza, inmutable) rodean el pueblo típico (casas e instituciones como la iglesia: la vida de los hombres, tradicional) que a su vez rodea la plaza (lugar de sociabilidad y cultura) en torno a la que se organiza y sobre la que se desarrolla el juego, una afirmación más efímera pero regular y cíclica de la misma tradición. Todo el "campo" (desde la montaña hasta los hombres del pueblo) parece mirar el partido, un momento real de sociabilidad del pueblo que, por un tiempo, condensa y focaliza la identidad vasca.
La segunda imagen es más bien una "instantánea" que muestra que, desde la infancia, los vascos se involucran en esta práctica, incluso sin ceremonias. Incluso tradicional, la pelota vasca sigue estando muy viva.
- Pais Vasco
- campesinos
- regionalismo
Bibliografía
Manex GOYHENETCHE, Historia general del País Vasco ; 5 volúmenes, Bayona, Elkar, 2005 Louis TOULET, Historia, técnica y práctica de la pelota vasca, París, De Vecchi, 1979. Jean-Claude VIGATO, Arquitectura regionalista: Francia 1890-1950, París, Norma, 1994.
Para citar este artículo
Alban SUMPF, "La pelota vasca"
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